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ESTE NIÑO NO ES TUYO (NOVELA) – CAPÍTULO 47

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CAPÍTULO 47

 
 

‘¿Unos niños desaparecieron en el bosque de hadas? ¿y los guardias están buscando a esos niños?’

 

Había perdido a cuatro de sus canes pero no parecía ser lo suficientemente desgarrador.

Eran espíritus débiles, podrían morir en cualquier momento.

Si no quería que simplemente se pisaran en sus colas, debía ir por ellos…

 
  • “Louin.”

 

El preocupado Borf llamó a su subordinado.

Un hombre que se encontraba oculto en la oscuridad salió.

 
  • “Estoy aburrido, ¿quieres dar una caminata?”

  • “… ¿En el bosque de hadas?”

  • “Quiero ir a ver acerca de esos niños, también.”

 

Hablando lentamente, se levantó y abrió las palmas de sus manos.

Su brazo derecho estaba cubierto de tatuajes negros.

Bajo un pequeño cuchillo hacia su palma, y de la herida fluyó sangre pálida con algo arrastrándose fuera de esta.

Al ver que tomaba forma, Borf ordenó casualmente.

 
  • “Dile a Dimon que se encargue de esos niños. Que no haga un desastre y empiece a comer las manos y los pies primero.”

 

Riendo cruelmente, su mirada se posó sobre el pequeño espíritu que temblaba.

Sus ojos se estrecharon como si se burlara de sus miedos.

Entonces, el hombre invocado elevó su vacía mirada de la herida en su palma para mirar a Borf.

Llevando consigo al hombre vestido con prendas negras, Borf se dirigió al pueblo dónde el festival estaba en pleno apogeo.

 
 

***

 
 
  • “Vamos juntas.”

 

Gaia seguía aferrándose a Kalia.

 
  • “Vamos juntas, por favor. Vámonos juntas.”

 

Incluso si no lo dijera en voz alta, su voluntad llegaría intacta hasta Kalia.

El hombre permanecía de pie observando profundamente a Gaia y Kalia.

 
  • “Gaia.”

 

Con un tono decaído, el padre llamó a su hija.

Gaia miró a su padre ante su llamado.

Miró a su padre con los labios temblorosos y rogó.

 
  • “Yo… tengo que protegerla. El bebé… pronto. Quiero decir, yo… tenemos que ir juntas.”

  • “¿Por qué estás tan obsesionada con esta niña?”

 

Gaia lució algo confundida por la pregunta del rey.

Su expresión lo decía todo. Necesitaba saber el porqué.

Sacudió la cabeza violentamente y suplicó encarecidamente mientras sostenía la mano de Kalia con fuerza.

 
  • “Sólo lo sé. Yo… tengo que hacerlo. El bebé… cuando dé a luz… va a necesitarme.”

 

Kalia también estaba confundida.

¿Por qué necesitaría a la hada cuando diera a luz?

Su cabeza se sentía tan pesada como la niebla.

 
  • “Es peligroso que salgas de este bosque. Lo sabes, ¿cierto?”

  • “Pero…”

 

El rey consoló a su hija con gentileza. No podía descifrar qué era lo que la tenía tan confundida. ¿Acaso era por el bebé en el vientre de la humana? Aunque, parecía que su hija se estaba aferrando a la humana en sí.

Su hija quería desesperadamente seguir a la humana aunque supiera de la crisis de su existencia.

Como un padre que ya había perdido a su hija una vez, no podía permitirlo.

 
  • “Pero…”

 

Al ver a su hija sollozar, el rey vaciló un momento y sacó el brazalete que había traído como regalo para su ella y lo extendió hacia Kalia.

 
  • “Este brazalete contiene el espíritu de Amuntia, un espíritu ancestral.”

 

Kalia lo miró como preguntando por qué le estaba dando ese brazalete.

 
  • “Tómalo. Puedes invocar al hada que quieras si marcas su nombre en ese brazalete, aunque no haya pacto previo.”

 

Por supuesto, los espíritus ancestrales eran los más poderosos, el rey no lo había dicho en vano.

 
  • “Como Gaia dijo, puedes invocarnos a nosotros en el momento en que necesites a esta niña. No tienes que sorprenderte, no te lo estoy obsequiando. Lo tomaré de regreso después de que lo uses.”

 

Kalia se preguntó si debería agradecerle al rey por darle eso o no.

 

Aunque no me lo está regalando, ¿debería decir gracias? Ni siquiera se lo pedí…

 

El rey esbozó una sonrisilla cuando vio su expresión amarga al recibir el brazalete.

 
  • “Tienes un rostro franco.”

  • “¿Por qué dijo ‘nosotros’?”

  • “Así como tú no confías en nosotros, yo tampoco puedo confíar en tí ciegamente.”

 

‘… Bueno. Eso es cierto.’

 

Kalia aceptó y luego se puso el brazalete en la muñeca despreocupadamente.

El brazalete emitió una suave luz de cinco colores que penetró sus manos llenas de cicatrices.

Gaia, que había estado mirando tristemente a Kalia, sujetó el brazalete de Amuntia y susurró su nombre en el lenguaje de las hadas.

Una suave luz destelló del brazalete y se absorbió nuevamente.

 
  • “Gaia. Gaia.”

 

Gaia le dijo su nombre a Kalia repetidas veces. Kalia asintió mientras veía la preocupación en los ojos del hada.

 
  • “Dilo. Mi nombre.”

  • “Gaia.”

 

Gaia sonrió como si estuviera satisfecha.

El rey ladeó la cabeza mientras observaba la escena con una extraña expresión.

Con los ojos profundos y brillantes, murmuró divertido.

 
  • “Intrusa. Entrar al bosque de hadas de noche y sin ningún cuidado…”

 

Kalia lo escuchó y miró hacia la dirección en que la estaba mirando. Había entrado al bosque de hadas temerariamente a esas horas.

 
  • “Gaia, tú y Li ela lleven a los niños afuera. Y espera a que se te llame, ¿entendido?”

 

Gaia asintió fervientemente, mientras sostenía la mano de Kalia y procedía a seguir a Li ela.

Kalia giró la cabeza sin darse cuenta y observó al rey de las hadas que se quedaba. Hicieron contacto visual.

No estaba segura, pero le pareció ver al rey sonreírle cálidamente.

 
  • “Me lo imaginé, ¿no?”

 
 

***

 

Al llegar al final del bosque, Gaia abrazó de inmediato a Kalia.

 
  • “Gaia… Debes llamarme.”

 

Se sentía su calidez aunque ya no poseyera ningún calor.

Kalia salió después de decirle que sí, mientras veía a la joven hada agitando su mano en despedida.

Los niños aún no se habían despertado. De vez en cuando sentía que se retorcían y la llamaban, parecía que no había ninguna anomalía mental o física.

Entonces, Kalia reconoció a la sra. McCanna fuera del bosque, esperando por sus niños.

Se escondió en una sombra y empezó a despertar a los niños.

 
  • “Chicos. Chicos, despierten.”

  • “… Huh.”

 

Sizz abrió sus ojos primero ante la suave sacudida. Sus ojos entrecerrados desaparecieron lentamente y miró a su alrededor con sorpresa.

 
  • “¡Huk! ¡M-Monstruo!”

 

Kalia rodeó con brazos sus hombros temblorosos, consolándola.

 
  • “Shh. Todo está bien ahora.”

  • “Estoy segura de que estaba en el bosque, ¿cómo llegué afuera…? Ah, John, ¿y John?”

  • “Está aquí con nosotras.”

  • “¿C-Cómo?”

 

Al ver a Sizz sorprendida, Kalia sonrió y acarició su mejilla.

 
  • “Yo tampoco conozco los detalles, pero parece que una hada buena te ayudó a salir. Afortunadamente. Bueno, creo que alguien te está esperando allá… ¿no deberías ir ya?”

  • “Ah. ¡Sí, sí!”

 

La niña, que estaba desconcertada pero no podía ocultar su alegría, sacudió de inmediato el hombro del niño para despertarlo.

 
  • “¡John! ¡Despierta, despierta!”

 

Retorciéndose, el niño levantó su cabeza con la mirada en blanco.

Sizz sujetó su mano, lo levantó y gritó.

 
  • “Salimos. Vamos con mi mamá. ¡Vamos!”

  • “Uh… ¿Salimos? Yo, aparentemente, estaba en el mundo de los juguetes…”

  • “Deja de decir disparates. ¡Vamos! ¡Con mi mamá!”

 

El niño, que seguía murmurando como si aún estuviera alucinando, corrió hacía el grupo de adultos jalado por Sizz.

 
  • “¡Mamááá~!”

 

La Sra. McCanna, que deambulaba por la entrada del bosque, giró la cabeza sorprendida ante el grito de la niña.

Abrió sus ojos ampliamente, y llamó a su hija con un tono sollozante.

 
  • “¡Oh, por Dios! Sizz.”

  • “¡Mamááá!”

 

Las manos de la sra. McCanna temblaban mientras corría a abrazar a su hija.

Abrazó a la menor de sus hijas con todas fuerzas.

Al ver la escena, Kalia giró lentamente y se dirigió a casa.

La niña, que estaba balbuceando hacia su madre, giró y señaló hacia el árbol donde había estado con Kalia.

Pero ese sitio ya estaba vacío.

 
 

***

 
 

Kalia y Humming se dirigieron directamente a casa. Humming sostenía delicadamente los huevos de dragones cubiertos de ropas.

De pie frente a la puerta, Humming y Kalia respiraron profundamente mientras se miraban a los ojos. Había más tiempo del que le habían prometido a Allen.

Ambas se dieron palmaditas en el hombro, preparándose para su temible regaño.

 

‘Entremos.’

 

Mientras abría la puerta con decisión, sus ojos se encontraron con los de Allen, quien caminaba ansiosamente por la sala.

 
  • “Oh… Llegamos.”

  • “Regresamos, Allen.”

 

Curiosamente, tenía todo tipo de armas en sus manos y estaba usando una armadura de cuero gastada que no sabían de dónde la había sacado.

Lucía como la armadura de cuero que el vecino Charles había usado cuando era joven…

Incluso tenía puesta una extraña cacerola sobre la cabeza, quizá no había podido conseguir un casco prestado.

Lucía como si hubiera estado armado para salir a buscar a esas dos en cualquier momento.

 
  • “Lamentamos llegar tarde.”

 

Los ojos de Allen se sacudieron intensamente mientras las observaba, y al hablar arrastró las palabras. Su pecho se infló como si estuviera respirando pesadamente.

 
  • “… ¡Ustedes dos!”

 

Echó a correr hacia ellas en un instante con una expresión feroz en su mirada.

A cada paso que daba, la armadura que no le quedaba y la cacerola sobre su cabeza se sacudían. A decir verdad, era un poco gracioso, pero no podían reírse.

Aunque sus ojos lucieran tan feroces a diferencia de su ridículo traje, Kalia, que nunca había retrocedido ni ante el emperador, se vio obligada a encogerse un poco frente a Allen que se acercaba a grandes pasos.

 

‘¡Waah, está bien…!’

 

Humming, escondida detrás de Kalia, cerró los ojos fuertemente, mientras Kalia apartó la mirada.

En ese momento, Allen las abrazó a las dos a la vez.

 
  • “Realmente… son… unas problemáticas…”

 

Pudieron sentir el pecho de Allen, que se había inflado ampliamente, descender con un suspiro. Al final, no hubo ningún regaño como temían Humming y Kalia.

Sólo podían sentir la fuerza con la que las abrazaba mientras suspiraba repetidas veces como si estuviera aliviado.

La cacerola que colgaba en su cabeza cayó al suelo. Rodó con un ruido sordo, y los hombros que Allen que estaban rígidos por la tensión, se estremecieron.

Siempre había sido un hombre decente, y en ese momento no estaba siendo decente ni educado.

Y, como si la ansiedad y la desesperación hubieran dejado su mente, murmuró con un tono débil.

 
  • “Iba a ir a buscarlas porque ya estaba oscuro y no regresaban.”

 
 

Continuará…

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