𝕿𝖗𝖆𝖉𝖚𝖈𝖈𝖎ó𝖓: °: 🎀 𝑀𝑒𝓃𝒾 🎀 :°
CAPÍTULO 24:
Kalia, ladeando la cabeza, se alejó del árbol con una pequeña botella de cristal en sus manos.
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“Ya me voy. Realmente tengo que irme. Oh, por cierto, si alguien viene, ¿pueden no hablarle de mi? Solo por si acaso.”
¡Woosh~!
El árbol respondió, y Kalia sonrió por ello.
Kalia se despidió y dio un paso hacia adelante.
Tan sólo se había alejado unos cuantos pasos del árbol cuando levantó la mirada.
Un hombre pelirrojo se asomaba por una ventana, bajo una flamante cortina de lino.
Los ojos del hombre, que tenía una copa de vino en la mano, se encontraron con los de Kalia.
No parecía sorprendido, sonrió y levantó su copa para luego beber el vino.
Como si hubieran hecho contacto visual por casualidad, de forma misteriosa.
Como sea, la fiereza de sus ojos la miraban persistentemente.
Kalia lo observó calmadamente y bajó su sombrero para cubrir su rostro.
Caminó con tranquilidad como si no lo hubiera visto y subió al carruaje que esperaba por ella.
**************
El hombre pelirrojo observó la espalda de Kalia mientras caminaba y subía al carruaje.
Sus agudos ojos se entrecerraron bajo sus espesas cejas.
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“¿Quién es esa mujer?”
Aunque no pudo verla muy bien porque llevaba un sombrero de ala ancha, era una mujer con una silueta esbelta y hermosa.
No podía apartar los mirada de la forma en que acariciaba, miraba y hablaba con el árbol como si le tuviera un cariño especial.
La habitación en la que se encontraba fue especialmente elegida por él.
La mejor vista de los árboles en la plaza era aquella en la que se podían observar sin que nada perturbara la vista.
Quizá ese árbol era realmente un ‘árbol encantado’.
Toc Toc~
Dimon ingresó después de tocar la puerta.
-
“La traje.”
Dimon, de piel oscura y ojos azules, traía en sus manos a una mujer híbrida de cabello grisáceo y alas deformes que entraba arrastrándose.
La mujer lloraba fuertemente mientras se arrastraba a los pies del hombre con sus ojos rojos.
-
“S-Sál-veme…”
El hombre pelirrojo, Borf Adio, susurró mientras miraba a la mujer con una sonrisilla.
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“Intentamos ayudarte. Ahora, párate aquí y mira ese árbol.”
Con esfuerzo, Borf tiró del cuerpo tambaleante de la mujer para que vea el árbol.
La mujer, que estaba llorando, miró con dificultad el árbol.
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“¿... Ves algún hada?”
La mujer, con los ojos llorosos, dijo mientras miraba el árbol.
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“No, no los veo…”
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“Oh, cielos. Melina, si no ves un hada, el problema que nos hemos llevado por ti sería inútil. Anda, mira bien. Mira cuidadosamente.”
El hombre susurró suavemente y guiñó hacia Dimon.
Quieta, recitó el hechizo, y pronto un relámpago de luz azotó el árbol.
Era el momento.
Algo parecido a un escudo opaco golpeó el rayo alrededor del árbol de inmediato.
Borf miraba hacia el árbol tranquilamente, mientras que ella no había pretendido usar magia en el árbol.
En ese momento, los ojos de la mujer se agradaron.
El rayo sacudió el árbol y las hojas cayeron.
La mujer murmuraba algo inentendible mientras lo observaba.
-
“... H-Hay muchos n-niños allí…”
*********
Woosh.
Acababan de partir de la plaza en el carruaje.
Sin darse cuenta, Kalia miró hacia atrás mientras el carruaje avanzaba, sintiendo una rigidez en su cuello.
La entrada de la plaza ya estaba lejos, pero aún podía ver las verdes hojas de los árboles meciéndose sobre las casas.
Entrecerró y abrió los ojos mientras veía aquel movimiento.
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“¿Qué sucede? ¿Olvidó algo?”
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“... No, no es nada.”
Se sentía extrañamente incómoda. No estaba segura si era por aquel tipo con el que había hecho contacto visual.
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“¿... Por qué el príncipe de Akan está aquí?”
Él no la había reconocido, pero ella sí lo había reconocido.
El reino de Akan estaba ubicado al lado del de Rojas.
Originalmente, era parte de Rojas, pero se separó aproximadamente hace 160 años para establecer un sistema imperial independiente.
Asimismo, el Duque Mahtani, también se separó y construyó su imperio.
En otras palabras, Rojas y Akan lideraban el mismo imperio por su línea de sangre.
“Eso no significa que estén en buenos términos.”
Akan, generalmente, actuaba por separado bajo el nombre de un ‘Estado neutral’.
Él no estaba interesado en las guerras de los imperios, y rara vez se entrometía en los asuntos de otros países.
Rara vez había intercambio económico o trataban con algún país colindante, y ni mencionar a Rojas.
No había oportunidad de ver a los nobles del reino de Akan al menos que salieran.
A pesar de aquella falta de interacción, Kalia lo reconoció. Al finalizar la guerra, había ido una vez a Akan en busca de suplementos militares. Akan era reconocido por sus productos medicinales.
‘La crema Akan’, usada para tratar y sanar heridas, era muy popular porque funcionaba sorprendentemente bien.
Cuando Kalia estaba por Akan, licitando los suplementos médicos, vio al principe salir.
Su vívida cabellera rojiza al igual que sus ojos, como los del príncipe Borff Adio, causaban una impresión difícil de olvidar.
Una capa sobre sus hombros, una camisa con una gran apertura en su pecho y unos pantalones ajustados.
Era un hombre libre y beligerante a primera vista.
Su actitud hacia la general de un país vecino en guerra había sido grosera, sin mencionar que no estaba apropiadamente vestido para salir a entregar la mercadería.
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“Oye, ¿tú eres la famosa General Kalia?”
Mientras se acercaba a ella con una mirada lujuriosa, intentó quitar su sombrero militar sin su permiso.
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“Si no te detienes allí, cortaré tu muñeca”
La mano del hombre se congeló en el aire al oír esa voz lo suficientemente fría para entumecer la parte trasera de su cuello.
Acaba de cortar el cuello de un general oponente, así que aún no calmaba del todo.
No había pasado mucho desde la batalla, así que aún sentía el olor de la sangre en sus narices.
… Quizá, la matanza no había terminado aún.
El hombre observaba a Kalia, cuyos ojos permanecían bajo el sombrero militar, al final no había podido tocarlo siquiera.
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“Wow, es más brutal de lo que dicen.”
Él retrocedió, sonriendo.
Sus subordinados entregaron los suplementos, y en el proceso en que los lugarteniente de Kalia confirmaban la entrega, los dos se mantuvieron de pie frente al noto sin mediar palabra.
Luego, Kalia escondió su mirada bajo su sombrero militar calmadamente, pero Borff no lo hizo.
Kalia recordaba su rostro claramente. Y, en particular, aquellos ojos rojos que transmitían una extraña y vívida lujuria.
Justo antes de que terminaran de entregar todos los suplementos y se realizara la despedida ceremonial, Borff habló, provocándola.
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“Eres muy curiosa, General Kalia."
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“........”
-
“Realmente quiero quitártelo con mis propias manos algún día.”
-
“........”
-
“Ah, por supuesto que hablo del sombrero.”
Kalia no se inmutó mucho en ese momento, pero sus lugartenientes se apresuraron a remover sus espadas.
Claro que no lo retiraron completamente. Y no fue porque ella los detuvo. Sino porque, de repente, apareció una luz que convirtió en carne asada al caballo del príncipe Borff.
-
“¿...Ha?”
Los ojos del príncipe miraron ferozmente a su alrededor. Pero no pudo encontrar ni ver nada.
Rayos hechos de magia era la especialidad de “alguien”, pero no hace falta mencionar que nadie del campamento de Kalia lo reveló.
“En ese tiempo, el príncipe de Akan se volvió loco buscando al criminal, pero… no creo que lo haya encontrado.”
La incolora, inodora e inconfundible magia de Shyman lo hacía posible.
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“¿Kalia? ¿En qué está pensando?”
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“Ah, nada. No es nada.”
Ella seguía intentando deshacerse de ese mal presentimiento que hacía que un rincón de su corazón se sintiera incómodo.
El príncipe de otro país había ingresado a su país, y se preguntaba si la familia imperial lo sabía.
Ese príncipe parecía tener una personalidad sombría, así que estaba un poco nerviosa de irse.
“Le diré a Brick que el príncipe de Akan está aquí. Se lo comunicaré a Su Majestad en secreto.”
Sacó su sistema de comunicación y se conectó con Brick.
No pasó mucho tiempo hasta que Brick se presentó.
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“¿Quién es?”
Era un dispositivo de comunicación personal usado por Brick.
Parecía algo cauteloso al escuchar noticias de un número desconocido.
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“Soy yo, Brick.”
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“... ¿Kalia? ¡Kalia! ¿Dónde estás? ¡Ayer Shyman destrozó tu mansión! ¡Kalia, ha enloquecido! ¡Ayer vino temprano y me preguntó dónde estabas, realmente creí que me sofocaría hasta morir!”
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“Ahk.”
Kalia sudó frío ante las noticias de Shyman que llegaban en un momento inesperado.
Estaba a más de 500 kilómetros de la capital, pero aún estaba nerviosa de que Shyman pudiera seguirla hasta allí.
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“Así que, Shyman ya regresó.”
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“¡Se reunió con Su Majestad, el príncipe, ayer y se dirigió directamente a tu mansión! ¡Ha sido un gran lío desde entonces! ¡Nadie puede ingresar! ¡Ni siquiera fue a la torre anoche, se quedó en las ruinas de tu mansión!”
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“Ah, ruinas… ruinas...”
Ahh.. Shyman, por favor, no destruyas todo. Mi preciosa mansión.
Ella nunca pensó que Shyman destruiría su mansión, sin importar que tan enojado estuviera.
Quizá debía contactar a Jacob para pedirle que reconstruya o algo.
Poniendo a un lado la terrible situación de su mansión, Kalia fue directo al grano.
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“Mira, Brick. Hay algo que tienes que investigar.”
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“¿Qué? ¿Qué es?”
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“Es sobre el imperio de Akan.”
Kalia le explicó la situación brevemente, y le pidió que se lo comunicara a Louismond.
Tampoco olvidó decirle que investigara los últimos movimientos que había en el imperio de Akan.
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“No quiero que digas que te has contactado conmigo, ¿entendido?”
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“Ahh, pero si Shyman usa magia para leer mi mente…”
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“No está tan loco, no te preocupes.”
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“Sí… Quizá sea así.”
Continuará…