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ESTE NIÑO NO ES TUYO (NOVELA) – CAPÍTULO 50

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CAPÍTULO 50

 
 

Traducción:

Meni

 
 

En ese momento Borf le aventó su nuevo juguete al hombre, sin dudarlo un segundo.

La oscura túnica cayó al suelo y los cabellos blancos revolotearon en la oscuridad.

Piel en la que brillaba la humedad, con los ojos nublado miró al rey de las hadas.

Habiendo perdido el completo funcionamiento del cerebro, ‘eso’ saltó sin temor alguno hacía el rey de las hadas.

El rey de las hadas entrecerró los ojos mientras lo observaba.

 
  • “¡Louin!”

 

Borf llamó de inmediato a su escolta.

El hombre, que estaba siguiéndolo en la oscuridad, se paró frente a Borf.

De piel oscura, no tenía ningún destello blanco, y tenía los ojos oscuros como el cielo nocturno.

 
  • “ Siento la energía del demonio.”

 

Escuchó la voz del rey de las hadas, que había notado su naturaleza de un vistazo.

Pero sus palabras parecían mitad asumidas y mitad equivocadas. Y el rey de la hadas parecía saberlo también.

 
  • “No puede ser… ¿hiciste quimera en el demonio que invocaste?”

 

Preguntando con ferocidad, su voz no podía sonar más grave. Pero Borf no podía contestar a eso. Retrocedió de inmediato al ver cómo los dos seres se abalanzaron sobre el rey de las hadas y echó a correr. Afortunadamente, no se había alejado mucho de la entrada del bosque. Hasta dónde sabía, el rey de las hadas no dejaría el bosque. Se lo había prometido así mismo. Aborrecía el hecho de involucrarse con los humanos. Asimismo, había expresado su deseo de no dejar que entren al reino de las hadas, así que como él no iría a su mundo.

Borf apretó los dientes y corrió fuera del bosque. Pero, él no perdió de vista a Borf aunque estaba lidiando con su escolta y ese otro ser a la vez.

Giró su mano y la sacudió, entonces un árbol del bosque lo detuvo. Y no fue sólo eso. Una a una, las hadas oscuras del bosque empezaron a rodearlo. Pronto, el número llegó a decenas. Además, las hadas diurnas se despertaron y empezaron a amenazarlo.

 
  • “Tú, rarito.”

  • “Enemigo. ¡Es un enemigo!”

  • “¿Deberíamos capturarlo con vida?”

  • “¿Vamos a comerlo?”

  • “El rey dijo que no deberíamos matarlo.”

  • “Quiero matarlo. Es raro. Estoy enfureciendo.”

  • “Quiero matarlo… ¡Quiero matarlo! ¡Voy a matarlo!”

 

Las pequeñas manos de las hadas empezaron a atacarlo. Intentaron exprimirle el cerebro.

El polvo de hadas parecía sofocarlo. Una hada oscura con uñas largas intentó tomar su corazón.

 
  • “¡Estas malditas!”

 

Mostró sus dientes y luego mordió a las hadas al azar para alejarlas de él.

Sujetó a una pequeña hada del torso y le arrancó la cabeza de un mordisco.

Las demás hadas gritaron.

Entonces, liberó su oscuro maná.

En el aire, una llama oscura destelló formando algo en una lengua extraña. En ese momento, decenas de columnas de fuego se elevaron y quemaron a las hadas.

 
  • “¡Kyaaaahhh!”

  • “¡Reeeeyyy!”

 

Borf echó a correr ante los gritos y lamentos de las hadas.

Corrió como un loco fuera de sí, sin mirar atrás.

El verde bosque de hadas estaba ardiendo en llamas.

 

Recordando aquel color rojo que se había impregnado en sus ojos, Borf abrió sus ojos, los que había mantenido cerrados hasta el momento.

Aún sentía vívidamente la sensación de ser arañado y atacado por las hadas.

Tan pronto como regresó, devoró a los espíritus con rencor. Aunque las había comido vivas, sus heridas no sanaban fácilmente.

Parecía que Lilik, el ser que había invocado, necesitaba atención médica.

 
  • “… Dimon.”

 

Su voz ronca resonó en la habitación mientras llamaba a su pies y manos esos días.

Una hechicera de ojos azules y piel oscura apareció.

Se acercó a Borf con una cara inexpresiva y lo sujetó del cuello para besarlo profundamente.

Aquel maná oscuro fluyó por sus cuerpos enteros.

 
  • “Saliste mientras estaba descansando y te lastimaste de esta forma… pobre hombre.”

 

Dimon murmuró, con su distintiva voz ronca, mientras mordisqueaba el lóbulo de la oreja de Borf.

Como si encontrara tierna a Dimon, Borf la jaló más cerca y besó profundamente su cuello.

Dimon, quien no paraba de gruñir, estiró sus labios rojos y sonrió, mientras se hundía más en los brazos de Borf.

Se trataba de la única persona de piel negra entre los hechiceros del Imperio. Dominaba secretamente la magia oscura y era amada por los demonios.

Asimismo, Dimon amaba a Borf.

 
  • “Estoy cansado. Regresa a darle algún tratamiento médico a Lilik.”

  • “Vamos, firma un contrato conmigo. Verás que tendrás más poder del que tienes ahora.”

  • “Y estaría jugueteando contigo por el resto de mi vida. Eres una mujer muy codiciosa.”

  • “Jugaré bien contigo. Será divertido. ¿Qué dices?”

 

Mientras reía, pasó su lengua por todas las partes de su piel donde permanecían las marcas de las uñas de las hadas.

Sin disgustarle el pegajoso acercamiento, Borf lo disfrutaba tranquilamente. Sentía que su cansado cuerpo se derretía.

 
  • “Ah, por cierto. Las sombras en el castillo del Lord me trajeron noticias muy interesantes.”

  • “¿Uhm?”

 

Como preguntando de qué se trataba, Borf respondió casualmente mientras mantenía los ojos cerrados. Y, enterró sus manos en la cintura de Dimon. Sus manos, que subían a tientas, finalmente llegaron a tocar su suave y tierna piel.

Sin ocultar el placer que sentía, ella gimió con una suave voz.

 
  • “Viven, uhm… huevo de dragón. Entraron al castillo de Lord.”

 

En ese momento, el toque de Borf se detuvo.

Gradualmente, abrió los y un brillo apareció en ellos.

 
  • “Alguien los recogió cerca del bosque de hadas…”

 

Mirándolo como si fuera lindo, Dimon bajó el timbre de su voz aún más…

 
  • “¿Qué te parece? ¿No es interesante?”

  • “Si es cierto.”

 

Ella rió como un verdadero demonio y susurró para tentarlo.

 
  • “¿Debería ir a robarlo?”

 

Los ojos rojos de Borf, como rubíes, observaron a Dimon. Con los ojos lánguidos esbozó una sonrisa y rió.

Dimon pensó que su sonrisa era impresionante. Incluso las manchas negras bajo su ojo derecho eran perfectas. Una belleza escalofriante y perfectamente diabólica.

 
  • “Es por eso que me gustas, Dimon.”

 

Él, que sonrió ampliamente, profundizó en sus labios sin dudarlo.

Con el sonido de la saliva y sus labios restregándose entre sí, la suave voz de Dimon partió la oscuridad.

Más allá, los cuerpos de los espíritus habían regresado al viento y al suelo perfectamente.

 
 

***

 
 

En ese momento, en la plaza central de Lua.

Una redonda y brillante cabeza castaña se levanta.

Sus ojos negros, como piedras, miran a su alrededor con extrañeza.

Después de mirar a su alrededor muchas veces, la cabeza del topo se sacude como si se hubiera dado cuenta de que algo iba mal.

 

‘¿Kiu? ¿Kiu?… Kiu. ¡Kiu!’

 

Las pupilas negras del topo se sacudieron con rapidez, quizá dándose cuenta de que se había dado cuenta muy tarde. Era un topo que no sabía qué hacer. Thiera había mordisqueado la perla mágica de Shyman sin saberlo.

Y en ese momento, el maná se esparció como una telaraña por la plaza central.

 
 

***

 
 

En ese momento, en la sala de la residencia del Lord.

Allen y Humming, que habían salido con el huevo de dragón, esperaban que él llegara a la sala.

La noche anterior, se enteraron que el Lord había salido en un apuro debido a un incendio forestal en el bosque de hadas y llegaría en 30 minutos.

La distancia de allí a la plaza estaba a una hora y media, así que ya estaba apunto de llegar.

 
  • “Kalia nos lo dijo, Allen. Quizá los hechiceros puedan llegar más rápido aquí.”

  • “Tomaría cerca de un mes como mínimo para que lleguen. Por eso estamos aquí.”

  • “Toma cerca de dos meses llegar aquí normalmente, ¿no? Pero, ¿acaso los hechiceros no podrían llegar más rápido con su magia de teletransportación?”

  • “Aún si no es un mes, les tomaría al menos tres semanas.”

  • “… Uhm, ¿qué hay de él?”

 

Humming miró al huevo de dragón en sus brazos.

 
  • “Necesitamos movernos temporalmente a la sucursal mágica de la ciudad más cercana. No podemos hacerlo, así que estamos aquí para hacerle un requerimiento al Lord. No estamos en posición de irnos en este momento.”

  • “Dijiste que Kalia tendría al bebé pronto, ¿no?”

  • “Sí.”

 

Allen, que asintió con la cabeza pesadamente, se perdió en sus pensamientos.

El periodo de embarazo de una mujer normal era de 40 semanas. Aproximadamente, 10 meses.

En ese momento, habían pasado cinco días desde que Kalia llegó a la semana 37. Pero, el rango del crecimiento del bebé era inesperadamente rápido.

Ya que, ya pesaba más de 3 kilos, había una alta probabilidad de que su madre estuviera en peligro si crecía aún más.

A ese paso, el peso estimado del bebé llegaría a cerca de 4.7 kilos.

Era demasiado complicado para la madre dar a luz a un bebé tan grande.

De hecho, se estaba preguntando si debería hacer una cesárea pero, en sus tratamientos matutinos, notó que el útero de Kalia estaba más abajo de su posición normal.

 

‘El número de contracciones en su vientre también es significante…’

 

Su cuerpo se apresuraba en querer sacar al bebé como si ya fuera tiempo de dar a luz.

 
  • “Basado en sus condiciones, parece que tenemos que prepararnos para recibir al bebé en una semana. El bebé no puede crecer más, no puede esperar más tiempo.”

  • “Kalia, ¿está bien?”

 

Allen asintió ante la preocupada pregunta de Humming.

Sonrió levemente como para tranquilizarla.

 
  • “Sí, afortunadamente, no parece tener ningún problema físico. Dijo que durmió muy bien anoche así que debe sentirse más fresca. Ha pasado un tiempo desde que la hinchazón de su vientre bajó, así que está bien.”

  • “Ella solía moverse libremente por la vida, debe haber sido muy frustrante que de repente tuviera que permanecer quieta porque estaba embarazada. Te digo esto ahora, Allen, has sido muy sobreprotector.”

  • “¿Qué?”

 

Allen estaba sorprendido, mirando de soslayo a Humming. Pronto, Humming añadió levantando ligeramente la cabeza.

 
  • “¿Sabes cuán asombrosa estuvo Kalia ayer? Jamás podrías imaginarlo, ¿cierto, Allen? Fue sorprendente cómo usó su cuerpo tan ligeramente aún estando en sus últimos meses de embarazo. Como sea, tuve una sensación ayer en el bosque. ¡Kalia es el viento! ¡Es como el viento! ¡La diosa del viento!”

 

Humming, que gritaba apasionadamente, giró en su sitio como si su emoción no se hubiera ido del todo.

 
  • “Por favor, Humming. No hagas eso. Tienes que cuidar bien de ella por un tiempo después de que dé a luz. No la pongas junto al viento.”

 

Los ojos de Humming permanecían brillantes como si no hubieran escuchado la suplicante petición de Allen.

 

Durante ese lapso.

 
  • “Lamento haberlos hecho esperar tanto. ¿Trajeron el huevo de dragón?”

 

El tan esperado Lord había regresado.

 
 

Continuará…

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