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ESTE NIÑO NO ES TUYO (NOVELA) – CAPÍTULO 5

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CAPITULO 05

 

  • “Su majestad, la General Kalia está aquí”

Las palabras del guardia hicieron vibrar aquellas puertas.

A pesar de que ella no estuviera agudizando sus sentidos, sus sensibles oídos podían descifrar los movimientos del príncipe.

“… Debes haber estado ahí”

Ella pudo escuchar el sonido de una silla moviéndose, luego una persona cayendo en picada y después solo silencio.

En algún momento en aquel silencio, Kalia hinchó su pecho, juntando las palmas de sus manos resecas.

El aire que inhaló llenó sus pulmones.

No estaba nerviosa, pero aún así era algo diferente a lo usual.

Retiro.

No había sido por mucho tiempo, pero se había convertido en una caballero que siempre luchó por su vida.

¿Cuántas veces se había expuesto al peligro como la guardia del príncipe, incluso antes de que la guerra estallara completamente?

Aún era muy joven.

No estaba cansada, pero podía dejarlo todo de ser necesario.

El país ya no necesitaba un soldado como ella.

Tenía una espada porque había algo que proteger, sin embargo, la sangre que derramó en el proceso no fue solo la suya.

Esos horribles momentos en los que tenían que matarse entre sí en nombre de la guerra.

Miradas llorosas, interminables gritos, y ojos llenos de odio.

La guerra dejó a muchos sin padre, sin madre, sin hijos.

Aunque jamás había pensado deliberadamente en ello, su espada y su ejército le habían quitado la vida de cientos de almas inocentes.

Pero no se arrepentía.

Había algo que proteger.

Si no se defendía, el enemigo los hubiera destruido.

Lo mejor que podía hacer era terminar con esa guerra lo más rápido posible y, por consiguiente, menos personas mueran.

Fue por ello, que Kalia se expuso al peligro, y cortó la cabeza del enemigo superando muchas crisis cercanas a la muerte.

“Pero ahora, eso es parte del pasado”

Kalia se mantenía mirando a la puerta aún cerrada, con una expresión que denotaba ningún cansancio respecto a la idea de la guerra.

No pasó mucho antes de que escuchara una voz llamándola.

Cuando empujó aquellas enormes puertas de madera hacia adelante y procedió a ingresar, observó a Louismond, sentado frente a una gran mesa de roble mientras la miraba fijamente.

La llamó por su nombre con una gentil sonrisa, como siempre.

  • “Kalia”
  • “Su Majestad”

Cuando Kalia se dirigía a paso ligero hacia Louismond, su cabello trenzado color limón se sacudió como olas tras ella. 

La mirada de Louismond permaneció fija en aquella cabellera, que, aunque atada, se mecía con sus movimientos, sin embargo, se detuvo momentos después.

Luego, con la gentil sonrisa de un príncipe, le preguntó a Kalia.

  • “Sí, dime. Tengo conocimiento de estabas de vacaciones, ¿Qué te trae a mi palacio?”
  • “Me disculpo por mi repentina visita. Estoy algo apurada ya que es un asunto urgente”
  • “Supongo que hay algo de lo que has querido hablar desde hace tiempo ya que has venido por ti misma esta vez… entonces… ¿deberíamos movernos a otro lado, Lia?”

Louismond intentó levantarse, pero Kalia lo detuvo y dio un paso más cerca.

  • “No, no tomará mucho tiempo”
  • “¿En serio? Ahora tengo más curiosidad por lo que tienes que decir”

De regreso a su asiento, Louismond se relajó y se recostó ligeramente hacia atrás mientras giraba un lapicero que sostenía entre sus dedos.

Observándola con una expresión de profundo interés.

Un lapicero de tinta entre los dedos. 

Era implacable.

Continuó sin ni siquiera anticipar las inminentes palabras de Kalia que serían un golpe bajo.

La brillante luz del sol entraba al estudio por una ventana que carecía de cortinas.

Bajo los rayos que irradiaban su luz traspasando las cortinas de otra ventana, Kalia respiraba calmadamente.

Ya se había decidido, pero lo lamentaba por el príncipe.

Había intentado ser su apoyo hasta que se convirtiera en emperador…

E incluso, ahora que ya se había convertido en emperador, no tenía duda que ella misma, Kalia, seguiría bajo su mando, al igual que Shyman.

“… Después de pasado un tiempo, cuando esté más estable, regresaré aquí otra vez”

Si era posible, al año. Si demoraba algo más, ella no sabía cuánto tiempo más sería.

Pero si el príncipe la necesitara, Kalia siempre regresaría a ser su apoyo nuevamente.

Debía.

Louismond esperaba pacientemente a que Kalia hablara, pensando en que su prolongado silencio no era usual en ella.

Desde que tuvo que amputarse un brazo para poder salvarse, tenía cierta expresión en su rostro que parecía que aceptaría cualquier cosa.

Después de mirar, por un largo tiempo, los ojos azules de Louismond, Kalia separó sus labios lentamente.

  • “Estoy aquí para solicitar mi retiro”

El lapicero giratorio se detuvo en las manos de Louismond.

Después de una pausa, una extraña mueca apareció en su rostro y ladeo la cabeza como si hubiera escuchado mal.

  • “Creo que escuché mal…”
  • “No. Debe haber escuchado correctamente. Dije que deseo retirarme”

En ese momento, el lapicero que había permanecido inerte entre sus dedos, cayó en el escritorio.

El articulo rodó en el escritorio y luego cayó al suelo acompañado de un ruido sordo.

Rodó un poco más hasta que Kalia lo levantó cuando se detuvo frente a ella.

Kalia caminó hacia el escritorio de Louismond y, cuidadosamente, puso el lapicero frente al príncipe, quien, según pudo notar Kalia, estaba paralizado por la noticia.

  • “Deseo que sea lo más pronto posible”

Se levantó de forma tan abrupta que causó que su silla cayera hacia atrás.

Con pasos apresurados salió detrás de su escritorio, tropezando antes de que se escuchara el impacto.

Kalia sostuvo su mano temblorosa y rápidamente lo sostuvo de la cintura.

  • “¿Se encuentra bien?”

Preguntó Kalia, quien instintivamente lo había rescatado, mientras miraba a Louismond, quien estaba observando su rostro de cerca antes de retroceder de un salto.

  • “Ah, ¡no es sobre mí, Kalia! ¿Qué acabas de decir? ¿¡Retiro?!

Kalia palideció por la culpa y miró a Louismond, quién gritaba, con una expresión compungida.

¿Cuán molesto debía estar? El, normalmente, sereno príncipe, estaba tartamudeando mucho.

Cuando Kalia silenciosamente intentó retroceder, Louismond la sujetó del antebrazo y le dijo:

  • “¿Por qué? ¿Por qué así de repente?”
  • “Simplemente quisiera descansar”
  • “¡Oh, Kalia! En ese caso, solo debiste decirme que necesitabas vacaciones”
  • “No, me temo que debo decir que deseo retirarme

Louismond empezó a persuadirla, como si no hubiera escuchado la imperturbable negación de parte de Kalia.

  • “¿Deseas viajar a algún lugar lejano? A donde sea que vayas, todos los gastos serán cubiertos por el palacio imperial. ¿A dónde quieres ir? Sólo dilo, Kalia”

Kalia sacudió la cabeza cortésmente y respondió sus preguntas.

  • “No, gracias. Estoy bien”
  • “Si no, ¿tienes algún problema con la familia imperial? ¿Sabrás quien cuando te los enliste? ¿Quién es? ¡Ah, Shyman! Es él, ¿no es así? Lo sabía. ¡Ustedes dos han estado actuando raro desde hace uno o dos meses! Es eso, ¿cierto?”

Por supuesto que, dos meses antes de su solicitud de retiro, Shyman jugaba un papel importante, pero definitivamente él no era la causa de decisión.

Incluso, aunque Shyman era sumamente responsable, ella no podía decirle al príncipe, “voy a tener un hijo de él”.

Kalia cerró sus ojos ansiosamente y de forma inconsciente tocó la parte baja de su abdomen.

Para ser honestos, aún no lo sentía.

Aún no se sentía, claramente, como algo real para ella.

Solo era una efímera y leve alegría, y era estremecedor. Kalia solo quería capturarlo de una vez.

Una pequeña esperanza de tener a un bebé. La esperanza de tener una familia.

  • “Necesito tiempo para estar en paz”
  • “¿Tiempo?”
  • “Sí. De hecho, aunque aparentemente es un gran retiro… Si me necesita, regresaré en cualquier momento. Pero no estaré disponible durante un corto periodo”
  • “…..”
  • “Quiero irme”

La heroína de guerra más famosa del imperio, Kalia Tacskate, anunció su retiro prematuramente.

De repente, una mañana, comunicó su deseo de dejar el palacio imperial y su posición en el mismo.

Louismond aún estaba conmocionado, pero se esforzó en aplicar presión en su pecho y giró su cabeza fríamente.

  • “… ¿Cuál es la razón?”

Observó a Kalia minuciosamente a fin de encontrar al menos una pequeña pista, pero no pudo descifrar nada de esos rectos labios cerrados ni de esos neutros ojos.

El frustrado Louismond preguntó con voz calma.

  • “¿Por qué tomaste esa decisión de la nada?”
  • “No crea que pueda decirle más de lo que ya le he dicho. Sin embargo, puedo jurar que no traicionaré a este país ni a la familia imperial”
  • “… Kalia, ninguno de los dos ha pensado alguna vez que serías capaz de traicionarme”

En respuesta al comentario de Louismond, Kalia sonrió levemente y pensó, “¿es así?”

Era un honor ser de confianza para Su Majestad.

Kalia dudó por un momento, a pesar de haber pensado sobre ello en el camino.

Incluso si no podía contar los detalles, parecía que debía decirlo hasta algún punto.

De todas formas, era algo que no podía ocultar por toda su vida.

  • “Creo que voy a tener una familia”
  • “… ¿Qué, ahora?”

Dirigiendo su mirada hacia Louismond, quien tenía los labios apretados, Kalia salió de la habitación y, por primera vez, se echó a reír.

  • “Mi familia”

Era una sonrisa que Louismond nunca había visto antes, una sonrisa que parecía decir que tenía el mundo entero.

 

Tak ~

Kalia cerró las puertas tranquilamente y se fue por el pasillo a paso ligero.

“Bien, lo logramos”

Después de hablar, se sintió extremadamente aliviada y renovada.

Como aquel evento duró más de lo esperaba, ya estaba oscureciendo, sin embargo, el pasillo estaba iluminado por luces mágicas.

La temporada de lluvias empezaría pronto. En los meses que precedían a esta temporada, los días eran cortos y las noches eran largas.

La temporada de lluvias en el imperio era corta pero intensa. Por, aproximadamente, dos o tres semanas, el cielo se volvía melancólico y la lluvia nunca cesaba.

Los cultivos desprotegidos eran propensos a deteriorarse por las inundaciones, y las villas cercanas a cualquier tipo de corriente de agua podrían quedar sumergidas a causa de las intensas lluvias.

El ministro de magia del imperio implementa magia a lo largo de todo el país a fin de mitigar los daños producidos por la temporada de lluvias.

Esta era la época más ocupada del ministro de magia.

“Tenemos que empezar antes de que inicie la temporada de lluvias. No podrás viajar una vez que haya empezado, así que, de no hacerlo, será muy tarde”

Así que Kalia no tenía más opción que decidir lo antes posible.

“Hay mucho que preparar. Primeramente… Creo que debo reunirme con Shyman al menos una vez”

Los guardias que patrullaban, los caballeros custodiando cada piso, y los sirvientes que pasaban, todos agacharon la cabeza cortésmente para mostrarle respeto cuando se encontraron con ella mientras caminaba. 

Sus deseos de saludar, lo que parecía ser algo a lo que nunca se habían acostumbrado, todos se mostraban familiarizados con ello de repente. Kalia respondía a sus saludos asintiendo gentilmente, en señal de aprobación.

La mayoría de los nobles no respondían a los saludos de sus sirvientes, pero Kalia nunca los había ignorado o pretendido que no eran seres humanos.

Ella también era parte de la nobleza, y aun así, no puso ninguna arrogancia innecesaria en su cabeza.

“… Sin embargo, tendré que despedirme de esta escena también”

Lentamente, Kalia bajó las escaleras, mientras pensaba tranquilamente.

Sus pasos eran tan poderosos como siempre, aunque ella quería ir de puntillas, no podía evitarlo hoy.

“Los escalones son tan innecesariamente altos. Estos por esto que las personas que trabajan en el palacio imperial están adelgazando tanto”

Fue solo cuando Kalia pasó por la ventana junto a las escaleras que las quejas que nunca había tenido antes empezarían a aparecer.

Algo que resplandecía bajo la brillante y creciente luz de la luna, por sobre el elegante cristal de la ventana, llamó su atención.

Sus pasos, que fluían con fuerza, se detuvieron.

Inconscientemente, Kalia se acercó a la ventana y divisó al hermoso y pálido hombre, cuyo cabello plateado estaba bañado en la luz de la luna.

Un hombre con una aguda y delicada belleza, vestido simplemente con una ondulante camisa con los botones superiores sueltos y pantalones.

De pie en el magnífico jardín de rosas que se encontraba entre la torre y el palacio principal, inadvertidamente, miró hacia el cielo nocturno lleno de estrellas con sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

Respirando la fragancia de las rosas, bebiendo del frío aire de la noche y observando a la brillante luna.

Ese hombre, ahí de pie, observando el cielo de tal manera.

El joven líder del ministerio de magia, el único y actual Duque de Terloan en el Imperio de Rohas, y el padre del niño que llevaba en su vientre.

 

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