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ESTE NIÑO NO ES TUYO (NOVELA) – CAPÍTULO 40

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CAPÍTULO 40

 
 
 
  • “K-Kalia. Lo que estoy viendo ahora, no es una alucinación, ¿No?… Son espíritus, ¿Cierto?”

 

Muchos espíritus del tamaño de la palma de una mano volaban alrededor de Humming y bailaban en círculos.

Había niños que parecían niños, y niños que parecían pájaros. Fuera la figura de un animal o un humano, todos eran niños.

Lindos espíritus, de cuyos géneros no se tenía idea, que jugaban con el cabello de Humming.

 
  • “Wow, ¡Deténganse! ¡Hace cosquillas!”

 

Humming se encogió mientras escarbaban en su cabellos y aumentaban su ritmo.

¿Podía ver a los espíritus? Kalia giró hacia la hada, después de mirar a Humming, quien se echó a reír ante las travesuras de los espíritus.

 

‘Entonces, ¿Por qué no puede ver a esta mujer?’

 

Seguramente el poder del hada era más grande.

El hada hizo contacto visual con ella y levantó la barbilla con una expresión orgullosa.

la mujer dio unos golpecitos con la punta de los dedos sobre unas flores rojas que revoloteaban cerca.

Entonces la flor tembló en reacción, y pronto una gota de miel dorada se elevó sobre la flor.

La hada, quien sostenía gentilmente la gota en la punta de sus dedos, extendió su dedo hacia Kalia.

Aunque no hubiera tocado sus labios, podía sentir el fuerte y dulce olor de este fluyendo.

Kalia vio aquel color dorado que se parecía a los ojos de alguien y le dijo al hada.

 
  • “¿Los niños?”

 

La hada abrió ampliamente los ojos y sonrió como si no hubiera de qué preocuparse.

Unos cuantos espíritus florales volaron hacia los oídos del hada, que había volteado para mirar más allá del bosque, y le susurraron.

 

‘¡…!’

 

No hizo ningún sonido, pero pudo ver la sorpresa en su rostro.

La hada estampó su pie en el suelo porque no sabía cómo decírselo, entonces, sujetó nuevamente la mano de Kalia.

 
  • “… ¿Regresaremos? ¿Por qué? No, ya no tenemos mucho tiempo. Apresúrate y dime donde están los niños.”

 

La hada negó con la cabeza. Chilló en silencio, negando con el rostro pálido.

No podía deducir que era lo que quería decir la hada. Miró extrañada al hada y luego, desvió los ojos hacia los alrededores. Pronto, descubrió que habían flores aplastadas en un punto.

Fue a parar allí donde las flores habían sido aplastadas, soltando su mano del agarre del hada.

Las horribles y profundas huellas le eran familiares.

 
  • “… Huellas de lobo.”

 

Humming, quien estaba alejando a los juguetones espíritus hablándoles con una voz seria, giró su cabeza y la observó.

Kalia tiró de la muñeca de Humming, endureciendo su expresión.

 
  • “Vámonos, Humming.”

 

Ya no podía seguir perdiendo más tiempo.

 

La hada, con el rostro pálido y poniendo fuerza en la punta de sus pies, siguió a Kalia por detrás.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡Ahhhk!

 

La hada, quien estaba siguiendo a Kalia, miró hacia el cielo ante el sonido familiar de unos pájaros.

Un halcón blanco revoloteaba vigorosamente sobre el cielo levemente salpicado del crepúsculo.

En ese momento, el rostro del hada se iluminó.

La hada, que miraba ansiosamente la espalda de Kalia, dio la vuelta y corrió hacia el otro lado.

 
 

***

 

Kalia caminaba apresuradamente siguiendo las marcas de sangre del lobo.

Miró hacia arriba, el cielo se extendía de un color púrpura claro como vino en el agua.

Era la hora límite que le había dado Allen.

 

‘Debes regresar a casa a las 6 en punto, a la hora de la cena. Sin importar qué.’

 

Si no se apresuraba, no sabía si Allen se desmayaría, esperándola a ella y a Humming.

Está preocupado y se siente responsable, sería muy cruel dejarle soportar eso sólo.

Kalia apresuró el paso un poco más mientras sostenía su espada en su mano.

Se preocupó de que Humming se sintiera mal, porque no la veía desde hace rato, pero pronto, Humming llegó corriendo tras ella.

Las mejillas de Humming, que ahora corría a su lado, estaban rojas.

Sus hombros estaban rígidos por la tensión y la agitación.

Había tenido una expresión similar el día que vistió su uniforme rojo y se dirigió al palacio imperial. Se sintió un poco triste y apenada por eso. Por hacerla sufrir aunque no tenía porqué.

 

‘En serio tengo que ser más amable con Humming.’

 

Moviendo sus piernas a toda prisa, mordió sus labios.

Afortunadamente, su vientre no se sentía pesado. Para ser honesta, se sentía tranquila y fresca desde el momento en que entró al bosque.

Ya no había niebla, quizá porque había estado eliminado hongos a lo largo del camino.

Kalia siguió las huellas y se adentró a lo profundo del bosque.

Mientras entraba al bosque, sus pies se ensuciaron con el suelo húmedo.

Las huellas se superponían a la de los niños escapando. Iban más profundo de lo que pensaba.

Ya había pasado una hora, así que aunque encontrara a los niños, creía que iba a tener que usar un pergamino de teletransportación.

 

‘El maná del bosque es muy sensible, así que hay que tener cuidado si se va a usar magia allí. No importa si son ciertos tipos de magos o personas comunes. A veces, las personas comunes no pueden usar los pergaminos de teletransportación porque usan una fuerza desproporcionada y el espacio se distorsiona. Los espacios distorsionados tienen un alto riesgo de explosión.’

 

Era algo que le había dicho Shyman. A la hora de tener que guiar a los soldados por el bosque de los espíritus.

 

‘… Por supuesto que siempre estarás conmigo, así que no tienes de qué preocuparte.’

 

Recordó el rostro de Shyman, sonriendo con confianza. Incluso, su frío toque que al inicio se sentía como si traspasara su nuca.

Hasta entonces, parecía que serían compañeros para siempre.

Alejando la imagen de su rostro de su cabeza, Kalia cogió más velocidad.

Después de buscar por unos minutos más, encontró una cueva que transmitía una vibra extraña desde lejos.

Kalia se dirigió hacia la cueva sin dudar.

Humming la siguió con una expresión ansiosa.

Kalia se estaba acercando a la entrada de la cueva.

 
  • “¿Huh?”

 

Kalia sintió una pesada fuerza que venía de lejos atravesando su cuerpo. Era extraño porque la absorbía y la alejaba a la vez.

Kalia, quien se había detenido abruptamente, miró hacia atrás y vio a Humming, quien había estado siguiéndola, golpeando una pared invisible.

 
  • “¿Oh? ¿Oohh?”

 

Empujada por una fuerza firme, Humming cayó suavemente hacia atrás.

Aunque había caído, Humming no tenía idea de cuál había sido la causa, y miró con una expresión llena de interrogantes a Kalia que estaba frente a ella.

 
  • “Algo acaba de… empujarme… hacia atrás…”

  • Supongo que este es el lugar.”

 

Dijo Kalia, mirando justo en el medio de Humming y ella.

 
  • “Los límites del bosque profundo.”

  • “¿Los límites del bosque profundo?”

 

Preguntó Humming, con curiosidad.

 
  • “Es como un límite mágico. Algo que no se puede ver, pero existe. Quizá, aquí adentro, está realmente el reino de las hadas.”

  • “P-Pero, ¿Cómo entraste allí?”

 

Esa respuesta ni siquiera Kalia la tenía.

Sintió una fuerza, que la absorbió hacia los límites, a la que no pudo poner resistencia.

 
  • “Bueno. Es extraño.”

 

Kalia sintió algo crujiendo y moviéndose en su interior.

Una sensación de deja vu que parecía haber estado en una habitación secreta escondida en su inconsciencia.

 

‘Espera, si este es el reino de las hadas… los demonios no hubieran podido entrar hasta aquí, ¿no?’

 

Entonces, pensó que sería mejor que fueran a otra parte sin perder más tiempo.

Tenía que dar un paso más cerca hacia los niños en lugar de estar pensando en cómo entró allí.

Kalia giró e intentó salir con decisión.

 

¡Paaak!

 

Pudo sentir una ola penetrando a través de un lado de su corazón.

Cuando subió la mirada, pudo ver la cueva que había liberado olas extrañas hace un momento.

Antes de que Kalia siquiera pudiera voltear, Humming saltó primero y trató de empujarse hacia ella con todas sus fuerzas.

Sin embargo, mientras empujaba con fuerza, con más fuerza ella era empujada hacia atrás.

Al final, Humming fue empujada hacia atrás con un rebote más fuerte que el de antes.

 

¡Paang!

 

Humming fue expulsada fuertemente hacia atrás aunque puso mucha fuerza en resistirse.

Justo antes de que la cabeza de Humming se estampara contra el suelo, Kalia reaccionó rápidamente y jalo a Humming de la cintura.

En ese momento, Humming ingresó al ‘límite del bosque’ sintiendo el rebote de la fuerza con la que fue atraída.

 
  • “¿Oh? ¿Oooh?… ¡Ooh!”

 

La sorprendida Humming soltó esos sonidos mientras miraba alternadamente donde había estado antes y donde estaba ahora.

 
  • “¡E-E-Estoy adentro ahora! ¿C-Cómo pasó? Justo ahora, esa sensación de ser absorbida es la sensación de los límites, ¿no? ¿cierto?”

 

De la nada, Humming había podido entrar en los límites.

Los límites del bosque de hadas, ¿eran así de fáciles? De alguna forma, se sentía falso.

 
  • “¡Es gracias a ti, Kalia! ¡Creo que entré por la fuerza con la que me jalaste!”

 

Se sentía más extraña aún al escuchar lo que dijo Humming.

Kalia miró brevemente hacia el límite con una mirada penetrante, luego se alejó de inmediato.

 
  • “Pensemos en cómo entramos después y vayamos allí primero.”

  • “¡Ah, sí, sí!”

 

Humming regresó a sus sentidos y siguió rápidamente a Kalia.

Miró de forma sospechosa también hacia el límite, pero se calmó e hizo como si nada pasara.

Como si no hubiera nada malo, de esa forma.

 
 

***

 

¡Piiik!

 

El pájaro blanco se balanceó por el aire e inmediatamente descendió hacia cierto punto.

Sus afiladas garras se escondieron en su piel para pararse vigorosamente en el hombro de un hombre.

Un halcón blanco con afilados ojos rojos frotó su pico en la áspera barbilla de su dueño.

Además de su elegante apariencia, era un pájaro encantador.

 
  • “Debes haber encontrado a Gaia. ¿Viene hacia aquí?”

 

El hombre, que tenía el cabello gris largo y atado, le habló con cariño al pájaro que se frotaba contra él.

El halcón gimió y se retorció como respondiendo a la pregunta del hombre.

El hombre sonrió, se paró bajo un árbol que creaba una sombra enorme, y miró hacia el cielo.

Miró al rojo atardecer del cielo, no quedaba mucho tiempo.

 
  • “… Ya es muy tarde. Sólo la puedo ver una vez al año.”

 

Su voz tenía un profundo pesar.

El hombre se sentó bajo la sombra del gran árbol con un portal de piedra, en espera de la niña.

Una brisa fresca pasó por el hombre.

A diferencia de su posición cómoda y su voz suave, su espíritu abrumaba el viento del bosque de hadas.

Aunque lucía relativamente joven, irradiaba un poder en su mirada que hacía difícil decir cuántos años tenía.

Una enorme energía que parecía al de una roca que había estado protegiendo un acantilado durante mucho tiempo fluía por el hombre.

Mientras miraba hacia el cielo, una mujer con cabello rubio claro apareció con un crujido.

La hada, Gaia, corrió hacia el hombre con una sonrisa brillante y abrazó el hombro del hombre.

Una sonrisa basada en afecto se extendió en el rostro del hombre.

 
  • “Gaia. Mi hija.”

 
 
 

Continuará…

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